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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Desahogo

En ocasiones el remedio puede ser peor que la enfermedad. Y qué locura lo de pasar de ser tu cura a tu verdugo.  Todos los días se han convertido en noches,  los días de lluvia, e incluso los que no,  de llanto.   Y me quebranto  y me quebranto pensando.  Creyendo que todo lo que me recomponía  en realidad me esta haciendo pedazos.  Y me rompo  y me rompo  y me quedo tumbada ligeramente sobre el suelo, esperando un poco de aliento, esperando que todo haya sido mentira y sienta que puedo y respire tranquila  y se vaya la presión de mi pecho y me abandone mi cuerpo  y decida que no puedo más  y decida cambiar  y decida saber lo que quiero,  lo que puedo  y lo que debo.  Y sobretodo lo que me debo.  Y se acaben los rotos  y las destrucciones  y que ni yo misma pueda conmigo  Que sea una faro para este barco a la deriva que soy,  pero que siempre vuelva al mismo puerto a acariciarlo, abrazarlo, revivirlo.  Y sentirnos libre

Belleza superficial

Imagen
Mira. Observa. Y calla. Este es mi, y tan sólo mi, cuerpo. Que lo observes no te da derecho a juzgarlo. Que te permita tocarlo no te hace dueño de él. Que quiera exhibirlo no hace que sea menos mío. Y mucho menos más tuyo. Mi cuerpo no me hace menos inteligente, ni menos elegante, ni menos mujer, ni más zorra. Que vea mi cuerpo como una obra de arte, como el nacimiento de Venus cuando me desvisto. No importa que no tenga las proporciones perfectas. Ni sea el antiguo canon griego de belleza, si es un cuerpo de guitarra española o de una top model de los 90. Sea como sea, es precioso. Y es completamente mío. Mira adentro.