El exilio

Me abro paso a tientas a través de mis vísceras, 
ahora es mi respiración la que rige la medida del tiempo 
y un abrazo es apenas un abrir y cerrar de ojos 
o puede ser una vuelta al mundo. 
Se me desbordan los sentimientos por las manos, 
no me caben las emociones en los pulmones 
e incluso a veces conseguimos desaparecer 
todos. 
Y no recuerdo qué fue ayer, 
pero me deja una resaca sin lagunas. 
Me duele el cuerpo, 
no puedo parar de bailar alrededor de los miedos 
como si pudiera espantarlos 
o, al menos, hacerles más ameno el trabajo. 
Miles de hormigas cargan mi peso en mi barriga 
con restos de otros días no tan buenos 
para cuando vuelva el invierno. 
Tengo la nostalgia en la sonrisa 
y advierto que es bien bonito el brillo de los ojos 
cuando piensas que todo está perdido 
y quién no lo está dentro de él mismo. 
Pero me sujeto al momento 
y busco el viento jugando alrededor de las calles, 
como si pudiera transportarme 
y estar cerca de ti, 
o de mí. 

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