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Mostrando entradas de agosto, 2020

La idealización

¿Cuánto es el tiempo de espera para que te olviden?  Si decides que me vaya, no te quedes tú.  Torturados a un pilla-pilla emocional en el que mis anhelos ya han muerto,  y yo persigo a mis recuerdos como un perro hambriento.  Nos reprocharon que con la comida no se juega y nadie nos habló de los sentimientos,  con la boca llena de remordimientos y llagas en la lengua: he besado ilusiones con menos veneno. Es que esas manos las carga el diablo Pero dispara la lengua y responde después   todas las preguntas que no he hecho y nunca haré Sólo necesitaba que te quedaras a entender que no puedo explicar las cosas del querer si no es queriendo, que desconozco más de lo que tengo y necesito muy poco: no te sientas afortunado cuando pido pues nada se me da peor que rogarle al destino,  en voz alta nada me sale bien.

El instinto

 Si se interpone tu labio rojizo a medio lamer muerdo con la voracidad de un pitbull mal educado.  Pido perdón con los colmillos aún en tu carne,  es de mala educación jugar con la comida con la boca llena.  Construyo una vía de emergencia hacia tus ojos con uñas de gata en celo viajando de regreso por el paisaje de tu espalda justo cuando me dispongo a hacer llover todas las tormentas de verano  que ahogaron nuestras esperanzas.  Crecen mis aullidos como una asfixia len-ta pero que fluyecomounrío.  Como un equilibrio entre el bien y el mal concluyo con que no merecemos este don salvaje por medir de más  y no sentir de cero,  poniéndonos a cien fingiendo no echarnos de menos.  Tejemos un sentimiento primario que crece a su libre albedrío,  que no siempre sabe cuándo debe detenerse a sanar las heridas,  trepando todos los muros de contención que podamos levantar ante el miedo a fallar,  florecen enredaderas mentales poniéndonos la miel en cuerpos ajenos y espinas en nuestros huesos  mie