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Mostrando entradas de febrero, 2016

El sex(t)o sentido

He llenado mi cama tantas veces de ti que ahora me siento tan vacía. En todos los sentidos Y con todos ellos. Porque es un placer sentirte, acariciarte, tocarte (en todos ellos también) Nuestro olor a amor, sexo y si hace falta rockandroll, moviéndonos, bailándonos, dejándonos. Oírte gemir debajo de mi, susurrar un leve "joder..." Lamerte, degustar cada centímetro de tu piel, saborearte, ser tu crítico más exigente y tú mi restaurante de cinco tenedores, explorarte dedo a dedo con todos ellos. Verte, observar cada uno de tus gestos, fotografiar tu sonrisa, mirarte con los ojos del que analiza una obra de arte. Y me queda un sentido, si es que aún no los he perdido todos cuando te tengo cerca, el del corazón, que sigue gritando cuando te alejas que te quedes a tranquilizarlo, o a enloquecerlo, que también.

Armaduras de piel con piel.

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Soy guerrera luchadora en tus sábanas. Me dejo las uñas en cada una de nuestras batallas. No paro de buscar, tanto tu guerra como tu tregua entre tus piernas. Encajes, ropa deslizándose, chocando contra el suelo. Armaduras de piel con piel. Es que joder, y precisamente. Cuando me llega ese cosquilleo por todo el cuerpo, me retuerzo. Joder. Es que nunca me había fiado tanto de que me cubriesen las espaldas, entre unas manos y unas nalgas. Nunca me habían dolido tan poco los golpes, nunca me había dado este placer la vida. En la vida. Arqueo mi columna, te observo por encima de mi hombro izquierdo. Me muerdo, me relamo. Frenas en seco. Te reclamo  más. Y me lo das. Te elevas sobre mi. Te acercas, me besas, el cuello, la cara, las tetas, todavía dentro. No sé si estaré en el cielo, o en el de tu boca, pero el calor que desprendemos tiene a todas las almas del infierno jadeando(nos). Quiero tu saliva repartida por todo mi caos. Quiero tu lengua haci

Jódeme. Tienes permiso.

Enredarme, colarme, engancharme a tu piel. Suave cosquilleo entre mis dedos, mis extremidades. Empiezo comiéndote un poco el cuello, busco tu oreja, con mi lengua. Me gusta cuando tu vena aorta se pone cachonda. Me pone. Cuando das un volantazo a este trayecto mortal, como un borracho extasiado en una carretera oscura. Y el volante es mi culo. Y la droga mi saliva. Con la tuya. Me besas, te beso, me dejo la vida en tu boca, choco con todo mi cuerpo sobre ti. No tengo seguro para esta hostia pero es que me da igual, quiero estrellarme contra tu pelvis. Quiero descarrilar en ella. Vuelvo, vuelco, adelante y atrás, soy las olas del mar, un vaivén que no podemos parar. Ardo. Como siempre que te tengo cerca. Y te quemo. Sigo el camino de tu boca hasta tu ombligo. Y me pierdo. No encuentro salida. Y no tengo tiempo que perder. Te (la) sostengo, nunca me había sentido tan pícara ni me había gustado tanto nunca verte así, y sentirme así de poderosa. Regreso a tu